miércoles, 25 de abril de 2018

He dejado mi cuerpo en un ataúd y
ahora,
estoy aquí,
excitada y violenta,
sin pulmones que respiren tu boca,
sin ojos que laman los brotes de  sangre
de tu lengua silenciada.
Sin habla.

He confeccionado una máscara
viscera vientre órgano
un contenedor para tus labios.

No puedo quedarme aquí,
quieta,
mordiendo la carne figurada
agarrando
polvo de sangre, polvo de aire,
polvo de ego bajo la sombra de una percepción.

domingo, 15 de abril de 2018

Quería mirar dentro
quería observar cada uno de sus órganos,
extraer el aire desconocido de sus pulmones, sus hígados, la forma exacta, ácida y brutal de sus vísceras y su sangre;
necesitaba saber que había en él una porción de monstruo de dios de creación y de nada.

Metí mis manos demasiado dentro
debajo
demasiado para encontrar lo que buscaba.

Y hallé un silencio ciego, un miedo de oscuridad, un ego escondido abierto hacia fuera muy fuera, sin aliento.

Y quise ser él.
Todavía no sé por qué y todavía quiero tocar sus hígados.

Hay una viscosidad húmeda que me envuelve,
que, a veces, es aire y a veces boca
y,
sé que me pertenece
su frío su hambre su sed
su rabia y,
sé que me posee la boca de su fuego, no hay duda,
me vi en el interior de su cuerpo
más dentro más abajo más nada.