domingo, 27 de diciembre de 2020

 Un amor y su soplo

un miedo frente a otro miedo busca dormir el silencio

hormigas armadas recorren los senderos moteados de sol

a cada soplo de viento estancado un guante de plástico blanco cierra los ojos

los párpados laten con un resplandor yermo.

El paisaje de un solo animal

el paisaje espera la acometida

en la tiranía del acto busca lo sublime.



viernes, 18 de diciembre de 2020

Velocidades de amar

Un amor y su mordida 

no se puede dejar de sentir su huella

poblada de ladridos y aleteos sordos

dormida en sueños

un templo difícil de sostener

un miedo sobre otro miedo

un intercambio de huidas

una cerbatana de fango

una ejecución pensada para demorarse. 

Y ese aire arrastrado

y ese aire de humo de ceniza de lenta respiración anhelante

y ese aire detenido

un solo registro batiendo un oleaje de pájaro ahorcado.




Velocidades de amar

Velocidades de amar
Un amor y su crepúsculo inverso sobre la mirada
una bruma de boquitas rotas
unas lenguas con sus insectos
un paladar quebrado
una garganta atrapada
la saliva en otra boca
otra boca inquieta
bozales temblorosos y un viejo soprano sacude unas migas de arrabal sobre el vientre.




Velocidades de amar


Un amor y su reflejo inverso en un charo
cierta llaga luminosa
pequeños espasmos ondulados
corrientes subterráneas frías y un matorral
a veces grillos y a veces sus jaulas
una hilera tras otra de polvo en la memoria
una corriente caprichosa de último albor
tus labios al sol entre alfileres
bajo la sonrisa se impone un cazamariposas.


martes, 7 de abril de 2020

 No gestiones mi cuerpo.
No lo construyas industrialmente.
No modules mi voz.
No me reprimas.
No me inocules estéticas de deseo.
No me hagas existir en un régimen binario.
No me des una identidad ni una nacionalidad.
No me des un dios.
No cinceles prejuicios en mi carne.
No me manipules para odiar lo que soy.
No me obligues a encajar en tu sistema.
DÉJAME SER.

Si mi cuerpo no encaja en tu binario
No me mutiles,
No me margines
No me arrojes a la basura
No ejerzas violencia sobre lo que soy
No me catalogues
No me patologices
Y Nunca jamás quieras sanarme.
DÉJAME SER.

Sino sabes cómo encajar mi cuerpo en tu rompecabezas,
aprende a mirar.
Gestiona tu mente.
No provoques en mí el activismo.

jueves, 19 de marzo de 2020

   A ratos,
la invisible presencia de una mirada de pájaro me recorre y alzo los brazos hacia el techo azul que nos envuelve, por encima del mundo, por encima de todo lo conocido  escucho el sonido de mi cuerpo, sin ruido. Bajo la sombra enorme del silencio.
El espacio sonoro se detiene y espera el graznido del cuervo, tal vez el paso de un ave exótica para reanudar lo irreconciliable.
Una fractura de carne más honda de lo que esperaba despierta el sonido
en medio del frío y el hambre, mi cuerpo palpita.
Hay un puente de vínculos sonoros, graves y agudas imágenes, un nudo de piernas y brazos sobre mi garganta.
Cuando la tormenta se vuelve llovizna en los ojos regreso al niño que sueña una canción.
En voz alta despierto una ficción, una teoría, una religión y voy pasando más y más irrealidades vacías, dogmas abandonados, sueños clausurados. Voy pasando y pasando una secuencia de agujeros y vacíos  por el visor de mi mirada,
Lo que ayer fue una vida hoy resulta una sustracción, una documentación de ausencia, lotes baldíos de dependencia, moteles, carteles luminosos de límites, declaraciones deglutidas a navajazos, ruinas.
Un tremendo esfuerzo por clasificar, marginar, por significar. Por un después sin visión. Un tremendo esfuerzo sin cumbre en un tiempo sin tiempo para la vida.
Nos enseñaron a obedecer sin cuestionar, a recorrer carreteras transitadas, a fotografiar una imagen de vida, a creer sin mirar, a aplaudir lo inexplicable y su violencia. A normalizar el ruido, a juzgar el caos, a aniquilar lo diferente, nos mostraron un teatro plagado de signos de muerte donde el odio es jerarquía.
Y nos perdimos.
Acumulamos desastres, destrucción, ratas y más ratas y sus alcantarillas.
Existimos en los días de otros, respiramos en sus cloacas y a ciegas apostamos por ellas.
A ratos,
lo invisible nos despierta
dejamos de dormir en las entrañas del monstruo
dejamos de esperar bajo su sombra el grito triunfal de una batalla que no nos pertenece,
de un canto desestonado
de un grito triturado en sus bocas para nosotros.
Dejamos de agonizar en su manicomio
obedientemente enajenados.